Racanair Rules: Franco tenía muchos adeptos.
Francisco Franco tenía miles y miles de adeptos a su régimen dictatorial.
Fue un asesino, un dictador… pero todavía hay gente que dice que con el
Caudillo se vivía mejor. Quizá tú y yo, que no hemos vivido la dictadura
franquista, pensamos que eso es imposible… ¿no?
Marisol, sin embargo, tuvo mucho que agradecerle al Generalísimo. Era la
niña de España, la que iba a cantar en los cumpleaños de las nietas de
Franco. Ganó dinero, se hizo famosa y además entretuvo a miles de niños
de su misma generación. Probablemente estaba igual de sometida que los
demás, pero ¡qué demonios! valió la pena dejar de ser Pepa Flores hasta
la Transición para ser una eterna Marisol. Mientras cantaba La Tómbola
¿sería consciente de que quedaría tachada de ser un eterno símbolo
franquista? ¿le importaría?
Entonces, ¿cómo se vivía con Franco? Si no te desviabas de su camino, de sus normas, de su dictadura, todo iba bien.
Racanair tiene miles y miles de adeptos a su forma de hacer aviación comercial.
Son ratas rateras, rastreros y bastante ladrones… pero hay gente que
antes no volaba y que ahora sí puede hacerlo. Dicen que con Racanair se
viaja mejor. Quizá tú y yo, que hemos vivido la
antigua aviación, pensamos que eso es imposible… ¿no?
Michael O’Leary, sin embargo, tiene mucho que agradecerle a Racanair. Es
el payaso de la aviación, es el presidente más mediático del mundo de
las compañías aéreas. Gana dinero, se hace famoso y además entretiene a
los medios. Mientras hace el símbolo de la victoria delante de los
ex-trabajadores de Spanair, amenaza con demandar a quien habla mal de su
compañía o con retirar los aviones del aeropuerto de Alicante ¿será
consciente de que para muchos es el hombre más despreciable del planeta?
¿le importará?
Entonces, ¿cómo se vive la aviación con Racanair?
Si no te desvias de su camino, de sus normas, de su chantaje, de su política, todo irá bien.
Mi última experiencia como pasajera

He vivido un tiempo en Canarias y me encanta Tenerife.
Este verano decidimos volver a la isla para pasar unos días y escapar
así de las nubes que se han instalado, una vez más, sobre Galicia.
Miro vuelos con diferentes compañías. También miro en agregadores, en
buscadores, en agencias de viaje y en compañías charter. ¿Quién tiene el
mejor precio? ¿Iberia? No, lo tiene Racanair.
¿Y quién tiene los mejores horarios? ¿Racanair? No, los tiene Iberia.
¿Pero qué más da el horario de vuelta? El billete es baratísimo. Ok,
allá vamos. Selecciono los billetes. Sé que este no es el precio final,
hay que añadir la
tarifa administrativa, que son 6
euros por trayecto y por persona. Además, al final se cargará el importe
de la tarjeta de crédito con la que pague. Estas dos cosas se añaden al
precio inicial sí o sí.
Vale. Lo tengo. No quiero
facturar maletas, no quiero
seguro de viaje, ni comprar una Samsonite. No quiero una American Tourister ni
reservar un asiento, ni que me manden un mail/sms/ con los datos. Ni siquiera quiero tener
prioridad de embarque.
Continúo. Pero pese a haber seleccionado que
NO QUIERO UN SEGURO DE VIAJE, me vuelven a insistir en la importancia de contratarlo, recordándome el coste que tiene
repatriar mi cadáver de vuelta a mi país en caso de que vaya al extranjero.
En el siguiente paso me encuentro con el
alquiler del coche.
El rent a car de logo amarillo con letras negras se cuela en mi
ordenador y me ofrecen una selección de coches que yo no he solicitado.
Vuelvo a cubrir todas las opciones de “no quiero coche de alquiler”. Ok,
último paso. Selecciono la opción de pago “VISA” y el precio del
billete sube 24€ más.
Aún así, el precio final es más económico que con cualquier otra compañía. Win!
Un par de días antes de la salida del vuelo,
facturo online e imprimo mis tarjetas de embarque.
¿Qué hubiese pasado si no hubiera imprimido las tarejetas de embarque en
casa? ¿Qué pasa si llego al aeropuerto y me las he olvidado?
Pues pasa que te cargan la
asombrosa cantidad de 60€ por tarjeta de embarque, por trayecto, por persona.
60€. Estás avisado. Vamos, que te compensa comprarte una impresora y
llevarte tus tarjetas de embarque de casa, si no quieres que te salga
más caro el papelito que el billete que has comprado.
Miro las
medidas del equipaje de mano. Me aseguro de que mi maleta es igual o inferior a esas medidas.
Sí, lo es. Lo permitido son
55cm x 40cm x 20cm y mi maleta mide 50×36 x 20cm.
Llegamos al aeropuerto 2 horas antes de la salida del vuelo. Me gusta
estar allí un buen rato antes para fijarme bien en las cosas, en los
pasajeros, para que me cobren 3 euros por un café…ya sabéis.
El caso es que mientras paso el filtro de seguridad (más de una hora y
media antes de la salida del vuelo) anuncian el embarque de nuestro
vuelo.
Una-hora-y-media-antes. No digo más…
Cuando llegamos a la puerta, la cola de pasajeros de mi vuelo casi da
la vuelta a la sala de embarque. Comienza el check-in y el personal de
tierra comprueba una por una el tamaño de las maletas. Si cabe en la
jaulita azul, estás salvado. Si no cabe, facturas y pagas.
Meto la maleta en la jaula:
- ¡Hasta el fondo! Me grita la que corta las tarjetas de embarque.
Mi maleta es semirígida, así que entre el peso y las partes duras de la maleta, me cuesta un poco meterla en la jaulita.
- ¡Hasta el fondo! Me vuelve a gritar la de antes.
- Un momentito, que estoy en ello.
- Bueno, pues que baje hasta el fondo. Si no, facturas.
Una vez encajada la esquina dura de la maleta, baja hasta el final de la jaulita sin problema.
¿Qué hubiese pasado si no puedo encajar la maleta en esa jaula de metal
rígida del averno? ¿Qué hubiese pasado si viajo sola y no puedo levantar
10 kilos? ¿Qué pasa si me pongo nerviosa, como la chica de atrás y
tardo más de la cuenta en encajar la maleta en la jaula?
Pues pasa que la gente de tierra, ojo avizor, considera que no cabe
(ellos ni mueven un dedo para ayudarte a subir la maleta y metarla en la
estructura) y que, o dejas la maleta en tierra, o pagas
50€ por facturarla.
El embarque se convierte en una carrera de pasajeros por la pista.
Todos corren para sentarse juntos. Lo curioso es que algunos adelantan a
los pasajeros que han pagado
5€ más por la “prioridad de embarque”.
Una tcp nos recibe en la parte trasera del avión y se limita a decir
“good morning” sin mirarnos y sin dejar de tachar tarjetas de embarque.
Nos sentamos y empieza un continuo ir y venir de familias que ya no
tienen asientos contiguos. Protestan. Dicen que no es justo, que son una
familia y que se quieren sentar todos juntos.
Todavía falta más de una hora para la salida del vuelo. Sin embargo,
todos los pasajeros están a bordo, así que el slot nos permite salir con
media hora de adelanto. Despegamos. Pasamos por la revista, la comida
caliente, las scratchcards, los smokless cigaretes, los tickets para el
parque acuático, otro servicio de bar, la oferta de los perfumes y las
gafas de sol.
No importa. No hay dolor. Aterrizamos. Suenan las trompetas victoriosas y los pasajeros aplauden.
En este momento me doy cuenta de la realidad: hemos llegado a nuestro
destino vacacional casi 45 minutos antes de la hora programada. No es
que hayamos sido puntuales, ¡es que hemos llegado antes!
El café que pedí en el avión era el mismo que sirven en otras
aerolíneas. La tcp no me ha sonreído, el que me sirvió el café no me ha
dado las gracias… ¡pero qué carajo! estoy en Tenerife, estoy de
vacaciones y el billete me ha costado menos de la mitad que con otra
compañía.
La aviación se ha convertido en esto. En un medio para alcanzar un fin. En algo que te lleva de un punto A a un punto B.
Nos gusto o no, es lo que hay: sin cátering, sin champagne, sin copa de
bienvenida, sin toallita caliente, sin solomillos de ternera, sin
caramelos al final del vuelo. Sin sonrisas agradables, sin gente
glamourosa. La aviación, ahora es esto. Es esperar una hora en la cola
de embarque, es que inevitablemente se te ponga un nudo en el estómago
cuando ves aparecer la jaulita azul. Es llegar al avión a las carreras,
encoger las piernas en un vuelo de 3 horas porque llevas tu maleta bajo
el asiento, apartar las migas del muffin que se comió el pasajero del
vuelo anterior y soportar los gritos de los 3 niños de la familia que
antes no podían costearse un billete aéreo y ahora sí pueden. Gracias a
las low-cost. Gracias a Ryanair.
En ningún momento tuve sensación de inseguridad. Sí eché de menos el
buen servicio. El “gracias”, el “por favor”, la sonrisa al embarcar, las
explicaciones a los pasajeros, la calidez humana. La disposición para
buscarle un asiento a esa pareja de señores mayores, el interés. Pero
eso también lo echo de menos en el banco, en el restaurante, en el cine,
en el trabajo.
Mi última experiencia desde el punto de vista de una ex-sobrecargo de vuelo
Me exasperan. Me crispan. No aguanto a los tcp’s de Racanair. Habrá
de todo, pero a mi siempre me tocan los más brutos hablando, los que
parece que no caben por la ventanilla de emergencia, los que parece que
te están haciendo un favor cuando les piden un café, los que te perdonan
la vida si les pides un azucarillo más. Los que van gritando entre
ellos mientras ofrecen el servicio. Los que se olvidan de los cinturones
para el bebé (sí, una vez más). Los que responden “señora, a ver, no
hay asiento asignado”. Los que parece que viven estresados y trasmiten
ese estrés.
Me tocan los
tcp’s mentirosos que le explican a un pasajero
nervioso que los 3 aviones que declararon emergencia en vuelo hace unas
semanas, por falta de combustible, fue porque les tuvieron dando vueltas
en el aire y se les gastó “la gasolina”.
Si tú no has trabajado como tcp, no puedes entenderlo y lo más seguro es que no quieras siquiera entenderlo.
Seguro que a Marisol también le daba igual que el disco de David Bowie estuviese censurado en España.
“Amiguiños sí, pero a vaquiña polo que vale”
Es un refrán que se dice en mi tierra. Traducido es algo así como
“Somos amigos, pero me pagas la vaca por lo que cuesta”. Vamos, que las
cosas buenas no eximen de ver las malas. Lo que es, es. Al pan pan y al
vino, vino.
Que la experiencia volando con Ryanair no haya sido desastrosa, es más,
bastante mejor de lo que la recordaba, no quiere decir que cambie mi
opinión sobre la
política de la compañía.
Quiero pensar, parto de la base, de que es una compañía segura que no
juega con la vida de sus pasajeros. Después comentaremos el
procedimiento habitual de declarar emergencia en vuelo y lo que supone
para los pasajeros, pero sin entrar en detalles, digamos que
creo en la aviación segura. Que yo quiera creer en ella, no significa que lo sea.
Hace años se emitió un video real (defensores de Racanair no
empecemos con el tema de que estaba manipulado) en el que se veía las
grandes deficiencias en la formación de los tcp’s de la compañía.
Os lo dejo aquí por si no lo habéis visto. Está al final del post.
Confío en que esto se ha solucionado y creo que los tcp’s saben cómo
tienen que actuar en caso de emergencia a bordo o de evacuación, que es
su principal cometido en el avión. Si luego caben o no por la
ventanilla, ya es otro tema.
También sé que los aviones pasan sus correspondientes revisiones y
que si un día tienen un accidente, será porque se han unido diferentes
factores como en todos los accidentes de aviación de todas las compañías
aéreas.
Que carguen
menos combustible del que tienen que cargar a sabiendas de que en destino la meteo no es favorable,
que están desviando vuelos a otros aeropuertos y que a ellos también
les va a tocar, es otro tema. Al parecer es una práctica habitual en
esta aerolínea.
Cargan el combustible justo por el tema del peso, del ahorro y declaran
emergencia porque saben que el procedimiento dice que tienen prioridad
de aterrizaje. De esta manera ellos se benefician de su combustible
justo y aterrizan los primeros.
Culpa del comandante, del piloto, del que presiona por arriba o de quien sea, pero debería estar controlado y penado.
Las preguntas que se hace ahora la gente son:
- ¿Por qué a otras compañías se les multa si hacen esto y a Ryanair no?
- ¿Qué pasará cuando haya otro vuelo u otros vuelos de otra compañía que declaren emergencia al mismo tiempo que Ryanair?
Las mías también son dos:
- ¿Cuando va a tomar cartas en el asunto el Ministerio de Fomento?
- Sr. O’ Leary, ¿por qué no deja de amenazar a todo el mundo e interpone todas las demandas de las que habla?
ACTUALIZACIÓN:
Ryanair pierde la demanda contra los sindicatos USO, CC.OO.
UGT y
ASEATA (empresas
de handling) en la que solicitaba que se impugnase el Convenio
Colectivo del personal de tierra. La Audiencia Nacional declara que este
convenio se aplica a todas las aerolíneas tanto nacionales como
internacionales. La demanda de la aerolínea ha sido desestimada.