miércoles, 6 de enero de 2010

Perturbadores de la circulación aérea "MANUEL LUIS RAMOS GARCÍA *

Las aerolíneas españolas emitieron un comunicado el pasado día 4 de diciembre de 2009, en el que informaban con detalle acerca de las tasas de navegación que las compañías aéreas pagan en España, con unas cifras que suponen un cuarenta y ocho por ciento más que la media de los países miembros de Eurocontrol. Según datos del Ministerio de Fomento, la causa de estas elevadas tasas no es otra que los costes laborales de un controlador del ente público AENA, que ascienden a una media de 350.000 euros anuales.

En las últimas semanas las comunicaciones por avión en España ha sufrido unas perturbaciones muy significativas, como consecuencia de un conflicto laboral que mantienen los operarios del servicio de control, con un denominado “trabajo a reglamento”, que ha supuesto una alteración del servicio que las compañías ofrecen a sus clientes, con unas repercusiones económicas muy significativas en esta época de crisis.

Según las asociaciones sindicales de controladores, el motivo de esta encubierta huelga de celo no es otro que la escasez de plantilla, que supone unos ajustes en la distribución del trabajo, repercutiendo en unas restricciones operativas en días de alta densidad de tráfico aéreo que a modo de slots (franjas horarias de despegue) alteran los horarios previstos, destrozando la programación de los vuelos y castigando a los pasajeros con retrasos y cancelaciones. Para entender la realidad actual de la profesión de controlador en el marco de estas alteraciones es necesario hacer un poco de historia, pues siendo esta actividad laboral el soporte que vertebra la seguridad del tránsito aéreo, es un trabajo en la sombra y no tan conocido en el mundo aeronáutico como el de los pilotos o los técnicos de mantenimiento, donde la afición y la responsabilidad han ido siempre unidas.

El origen del servicio de tránsito aéreo se remonta a los años posteriores a la Guerra Civil española, cuando comienzan a crearse las torres de control adscritas a los campos de aviación militares, que con el tiempo fueron haciéndose cargo del tráfico civil. En esos momentos las comunicaciones entre piloto y tierra eran efectuadas con radiotelegrafía, limitándose a intercambiar reportes de posición e informaciones meteorológicas básicas. En 1948 se empieza a utilizar la radiotelefonía, siendo el aeropuerto de Barajas el primero en atender a las aeronaves con los llamados “locutores de torre”, personal civil contratado por el Ministerio del Aire, cuya misión era transmitir a los aviones extranjeros las órdenes del radiotelegrafista militar encargado de la torre. En 1954 se crea el Centro de Control e Información de Vuelos de Madrid, con unos medios técnicos que llegaron en la época de la ayuda americana y un soporte humano cubierto con los locutores de torre y suboficiales del Ejército del Aire, dando un servicio de control convencional.

La historia del Servicio de Tránsito Aéreo ha tenido tres épocas diferenciadas y ha ido evolucionando según crecía el volumen de las operaciones. En los primeros años, el personal tenía la condición militar, con una transformación de los radiotelegrafistas en controladores, a quienes se les exigía solamente conocimientos elementales de inglés. En los años setenta se inicia la Escuela de Control, pidiendo como requisitos el dominio del idioma de Shakespeare y bachiller superior o título de piloto privado. Después de un año y medio de estudios, los que superaban el curso básico eran calificados en cuatro niveles, Apto, Capaz, Diestro y Experto, según sus aptitudes profesionales. A partir de los años ochenta, se requiere una titulación universitaria para acceder a los cursos de controlador y las cualificaciones se obtienen después de tres años de estudios.

El trabajo de un controlador necesita una gran preparación técnica, compartiendo con los pilotos la responsabilidad de garantizar una navegación aérea segura y eficiente. Es una profesión vocacional, o al menos eso era en sus comienzos, cuando los pioneros de esta actividad estudiaban inglés con el método Assimil mientras armaban maquetas de aviones que compraban de segunda mano en el Rastro de Madrid. Allí conocí a Rafael Benito Loste, hombre estudioso y campechano, procedente de la escala de radiotelegrafistas militares, quien me relató lo que aquí cuento y me enseñó todo lo relacionado con el curso de radiofonista, requisito exigido para la calificación de piloto comercial.

El amigo Loste, como así era conocido en la Escuela de Control, está ahora cerca de ese cometa que guió hacia Belén a los Magos de Oriente. Esperemos que sus alumnos, los buenos, sean protegidos por la estrella de Rafael y solucionen sus problemas laborales sin perjudicar a los pasajeros. Desde aquí pedimos a los Reyes que sean generosos y no les traigan carbón, pues aunque durante el pasado mes de diciembre han obtenido el título de “perturbadores de la circulación aérea”, seguro que en 2010 volverán recuperaran el de “controladores”, ganándose merecidamente un avión de juguete, para que dejen de jugar con los de verdad.

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